Hace escasos días nos ha llegado una circular del Colegio de Arquitectos de Granada requiriendo información de los posibles colaboradores de un compañero ante la «escasa calidad técnica de los trabajos que realiza». Lo primero que pensamos al leer tal correo es que cada uno allá con su trabajo y su conciencia, pero se abre la puerta del debate cuando ponemos el contexto de los honorarios en juego. Cada vez se devalúa más el trabajo de oficina, como que es sólo «hacer un papel» y mira lo que me cobran por ello, lo que lleva a buscar al más barato que se encuentre.
Una de las frustraciones comunes en la arquitectura es la falta de aprecio por la calidad de un proyecto por parte del cliente. A menudo, los buenos arquitectos invierten muchas horas de trabajo y creatividad en el diseño de un proyecto, teniendo en cuenta cada detalle, desde la funcionalidad hasta la estética y la sostenibilidad. Sin embargo, muchos clientes parecen no valorar estos esfuerzos y simplemente buscan el precio más bajo o las soluciones más rápidas.
Evidentemente este problema no es culpa del cliente, uno no puede ser conocedor de las bondades de un trabajo del que no conoce su profundidad técnica o su repercusión. Sería como pedirme a mi, ajeno al mundo de la salud que valorase la operación de un cirujano. Pues mire no se, el tiempo lo dirá si ha sido bueno o no, lo único que se es que no me buscaría a un médico sin MIR y que se anuncie en el periódico del que no tengo referencia alguna porque es un % más barato que el resto.
Hacer un buen proyecto requiere de la cantidad de tiempo, experiencia y conocimiento especializado que los arquitectos invierten en cada trabajo. Un proyecto de alta calidad puede tener beneficios a largo plazo, como un menor coste en obras por imprevistos o elementos no presupuestados por un mal cálculo o diseño, mayor comodidad y eficiencia en el uso del espacio, o directamente evitar retrasos y sanciones administrativas.
Existe una tendencia de la sociedad a identificar el proyecto de arquitectura, la obtención de licencia, la inspección técnica de vivienda o los informes de evaluación de edificios como un castigo impuesto para tener vivienda. A mi personalmente me gusta mucho comparar la arquitectura con el automóvil para entender estas situaciones de una manera más cercana, ya que prácticamente todo el mundo tiene coche. El equivalente sería cuando vamos a la ITV, todo el mundo busca el precio más barato, pero no a menudo intentando conseguir el mejor servicio a la vez. El típico comentario de «¿dónde se puede pasar la itv y que no te miren mucho?». En la arquitectura pasa algo parecido. Cuando nos llegan las solicitudes de informes técnicos, inspección técnica de edificios o informe de evaluación de edificios, sabemos que lo único que va a primar es un precio barato, y un mal servicio, no vaya a ser que encima por contratar a un buen arquitecto encuentre deficiencias y haya que invertir más dinero aún en obras por nuestra seguridad.
Pensareis, bueno, pero está hablando de informes e inspecciones, en la obra luego eso no pasa. No, claro. Por suerte nadie hemos conocido nunca a ninguna persona que ninguna vez le haya pasado que por contratar un proyecto para su vivienda confiando en el precio más barato luego haya resultado que al construir aparecen todos los fallos y empiezan los sobrecostes. Modificaciones expres con todo empezado, malos arreglos, tensiones entre constructora y cliente… Jamás hemos conocido en nuestra ciudad un edificio se ha quedado a medio construir. Y a esto es lo que voy, el papel lo aguanta todo, y sin una mirada experta el cliente cree tener lo que quiere, pero la calidad del papel es vital para vivir tranquilo.
Conozca a su arquitecto. Creo que es el mejor consejo que se le puede dar a un cliente. Más que comparar números de ofertas, hable y vea que sensación le da, mire el volumen de trabajo que tiene y el tiempo que le podría dedicar a su proyecto, no caiga tampoco en llamar «al mejor» porque lo mismo tiene tanto trabajo que usted es un segundo, tercer o cuarto plato. En resumen entienda quien le va a hacer el trabajo, porque ante ofertas similares hay un abismo de diferencia cuando el redactor más que hacer caja rápida quiere hacer un buen trabajo para usted.